La asociación que surge en la década de 1990, tiene como ámbito de actuación el Barrio de San Claudio, que ocupa los terrenos del antiguo monasterio medieval que le da nombre. Las demandas vecinales se centran principalmente en la mejora de la limpieza viaria, el alumbrado público y la regeneración urbana, que consiga revitalizar la vida comercial y social del barrio.
Ruiz de Salazar, en 1889, incluye la huerta y el prado de San Claudio en un paquete de ensanche, dentro de todo el proyecto ideado para expandir la ciudad más allá del casco antiguo. En el diseño definitivo de 1897, este espacio quedará apartado, llegando únicamente hasta el denominado paseo de Invierno, la actual Avenida Lancia.
Discurría por allí la presa de san Isidro, que llegaba hasta la puerta misma del monasterio. Hasta bien entrado el siglo XX, todos aquellos terrenos no eran sino un reducido caserío –en la denominada Cascajera de Papalaguinda–, prados, las cercas semiderruidas de las huertas –sólidas, de canto rodado y reforzadas con cubos salientes– .
El diseño general del barrio sigue en cierto modo una misma tipología ordenadora con forma de damero estructurado en calles de 12 metros de latitud y manzanas de 50 x 50 m.
Los viales principales son las Calles La Corredera y Marqueses de San Isidro y las Avenidas Lancia y Facultad de Veterinaria, contando con varios hitos de importancia: Plaza de Toros, iglesia de San Claudio, Jardín de San Francisco y el Paseo de Papalaguinda.